miércoles, 18 de mayo de 2011

Inventario ....

La casa vacía conmigo y tu esencia que se quedó impregnada en cada rincón oculto o evidente de mi alma aniquilada y de la casa donde juntos desconocimos miles de sueños ni siquiera soñados, donde visité un par de veces tu cintura y me sentí perteneciente del mismo lugar, cálido y sincero, porqué tu sexo fue lo más sincero que intentaste darme y yo con mi estúpida manía de pisar tus huellas justo después de dejarlas, pensando tus ideas que ya no recuerdo si yo te las sugerí, porqué lo tuyo se volvió de los dos y lo mío te lo ofrecí pero no quisiste o no entendí tu mensaje de alejarte cuando más cerca te sentía.

Aquel sillón que sirvió de testigo de nuestras múltiples peleas llenas de sexo o sin él, o por él, justo enfrente de la ventana para poder admirarte en grandeza ante el mundo a pesar, muy a pesar de tu imperfecta existencia, donde la brisa se llevó esas lágrimas que nunca derramaste junto con un par de besos exactos, y el aire en tu rostro golpeteaba sin daño alguno más que el recuerdo de esa imagen que no se decide por abandonarme.

Tu ventana preferida, la única pero la perfecta, por encima de lo que pudiésemos entender como realidad, medio desvencijada como mi ansiosa imaginación callada, donde tantas tardes amarillas y verdes contemplaste tu propia imagen diluyéndose en el mar o en el ocaso... de nuestro amor, porqué así he decidido llamarle a esto de no dejar de pensar en ti y en tu ausencia presente, triste el marco y triste el contenido la madera vieja y apolillada que nunca te importó pues era tu perfecto pretexto para agredirme con tu exquisita belleza, porqué todos sabemos que el oro se valora más en una base de madera y así tus contrastes se apoderaron de mis pensamientos y me robaron mil besos guardados y expuestos, sinceros y finitos.

Esa puerta que, si de una pintura se tratase, la borraría justo antes de que decidieras partir, aquella que dejaste entreabierta cierta noche y se me escaparon todas las caricias, no sé si contigo o con quién? aquella que cruzaste por primera vez la noche misma que tu hastío nos invitó a la cama y mis sábanas muertas y maltrechas nunca me reclamaron tu presencia ojalá así fuera ahora que ya no estas y la cama con su eterno monólogo hiriente, esa puerta que fue nuestro motivo de cansancio y pretexto para no decir más "te amos" de los necesarios para no sentirnos asfixiados, esa misma puerta que cerraste de golpe y sin mirar atrás, dejándome tus misterios y pensamientos jamás explicados, te fuiste y te llevaste todo, la casa esta vacía y conmigo dentro.


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