viernes, 14 de octubre de 2011

De Guerras Internas...

      Siempre me ha encantado pensar en las posibilidades humanas, en las simplicidades de las que nos preocupamos sin ocuparnos de lo que realmente importa, esas caricias disimuladas con dejos de tristeza mal entendida, porque la tristeza no se pregona, se vive y se muere, la bestialidad que nos ataca vestida de inconformidad pasajera o mediocridad evidente y no aceptada, esa ráfaga de viento helado que hiere y despierta, abre conciencia sutil pero inevitablemente, inexplicablemente y en ocasiones hasta fatal, porque “somos” tantos los indigentes de las ideas que nos asusta la evidencia tácita de nuestra existencia vanal, pero sin embargo continuamos con el pulso, con la respiración a veces entrecortada, con el aliento débil, cansado y moribundo, continuamos por inercia, por inconsciencia colectiva, continuamos en la nauseabunda piel de la incertidumbre y nos pesa pero sin darnos cuenta.

      Despertar con la mortalidad masacrada de verdades, con el orgullo lento y huidizo, con la soberbia oculta y avergonzada es denominador común de los hombres y mujeres que llegan a ese punto en la vida en donde hay que madurar sin opción secundaria ni repartos estelares, sólo un paso pequeño y tan grande e inconcebible que se da sin marcha atrás ni prejuicios de doble moral, las cosas dejan de ser objetos y su valor se sobreentiende, el sentido común se desvanece para entender el sentido práctico de la vida, las funciones básicas de una sociedad enferma de prejuicios y etiquetas, nos lastima la vista, nos oprime el pecho y el nuevo parto se resuelve revelando una personalidad más fuerte y resistente, pero también carente de sentido y sensibilidad.

     Pero son cosas que deben ser, deben suceder para evolucionar, porque finalmente todos nacemos con un propósito colectivo: sobrevivir, y para sobrevivir hay que evolucionar, cambiar, mutar y dejar de ser aquellos seres hambrientos de razón y llenos de valores morales mal entendidos para convertirnos en la conciencia eterna de lo posible, en la idea precisa y vital. Quizás entonces podamos comprender nuestro lugar en nuestro propio universo sin cuestionarnos porque los demás no lo entienden y cambiarlo de tal manera que las cosas en subsecuente se encuentren mejor.

2 comentarios:

  1. Cada cual en mayor o menor medida somos atacados por sentimientos que nos provocan tristezas por las innumerables tragedias, por las guerras, la corrupción, la inseguridad, el hambre y tantas cosas más que aquejan a nuestro mundo que nos olvidamos de poner pausa para detenernos y no solo ve sino más bien observar nuestro cercano entorno, queremos darle de comer al país más alejado cuando no nos damos cuenta que la persona de al lado esta hambrienta de recibir una palabra de aliento, una caricia o simplemente una sonrisa, queremos terminar una guerra humana cuando en nuestro interior estamos teniendo una guerra emocional, porque en la infancia era muy fácil llorar por aquello con lo que no estábamos de acuerdo, y con simples pucheros y lágrimas de cocodrilo era simple conseguir lo que se deseaba sin dejar pasar las muestras de afecto recibidas gracias a la libre expresión de nuestros sentimientos, hoy por hoy no tan fácilmente lanzamos una lagrima al viento si sentimos aquello que nos oprime el pecho, aun y cuando seguimos añorando las mismas caricias de cuando éramos pequeños, el abrazo acogedor de la madre que bien sabemos con la edad se hace más necesaria que nunca, pero nos volvemos callados, reservados, tímidos, tal vez por la vergüenza que nos provoca el mostrarnos vulnerables, inseguros o hasta débiles ante los demás por lo cual nos escondemos tras una careta de frialdad e indiferencia.
    El querer ser se vuelve cada vez más fuerte ante el tener que ser porque anteponemos nuestras prioridades ante las de los demás incluso ante las de la misma sociedad, porque ahora estamos en busca de la complacencia de nuestra propia felicidad aun y cuando la guerra interminable entre el tener que ser el cual nos marca la sociedad, hoy por hoy al menos yo, sigo ganando batallas para que a través de lograr ser quien quiero construyo día a día mi propia felicidad.
    Indudablemente espero con mucha ansiedad cada uno de tus escritos, y agradezco la oportunidad de expresar lo que provoca tu lectura, sigue escribiendo ya que el leerte siempre invita a la reflexión, saludos y nos seguimos leyendo claro mientras quieras seguir compartiendo.

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  2. Como siempre atinada en tu percepción MS, es un placer despertar conciencias o involucrarlas en mis escritos, siempre aportas muchas ideas siempre precisas.
    Es un placer leerte y compartir.

    Nos seguimos leyendo.

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