sábado, 5 de noviembre de 2011

El árbol y el hombre ... (2da parte)

     La tierra escasa de reproches no permite maleza entre sus mejores creaciones, los deseos se vuelven reclamos profundos y son escuchados desde el centro de la vida, escuchados y atendidos con precisión de momento que asusta y hiere.

     El hombre SOLO comprendía la naturaleza del árbol, que sin remordimiento alguno siguió creciendo incluso un poco más, sus frutos suaves y dulces podrían ser satisfacción de los más exigentes paladares, las raíces, el tronco, las ramas, la copa, los frutos todo ello como ejemplo de una perfección irrepetible, no tan alto para no sufrir los embates del sol pero tampoco tan bajo como para ser presa de las diferentes plagas, el tamaño exacto, intencionadamente la naturaleza había creado a un ser más perfecto que aquel hombre SOLO.

     Por un tiempo la relación se mantuvo, las charlas resultaban ser apasionantes, los discursos existenciales se tornaban puntuales, el árbol defendía su postura con la prueba evidente de su presencia, el hombre explicaba una y otra vez su punto de vista a base de verdades forzadas y rebuscadas, sin lograr convencer ni siquiera a él mismo, más sabio es el árbol que calla en el momento prudente, el hombre SOLO reconocía la viveza de aquel enorme y poderoso ser, la admiraba, la anhelaba, esa mirada tan llena de todo, lo demostraba.

     En la noche previa a cualquier primavera cuando los dos se encontraban mirando el cielo sin dirigir sus pensamientos hacia alguna parte, el hombre le preguntó al árbol acerca del sentimiento de saberse perfecto, la copa llena de aves se sacudió suavemente y el árbol tomó un bravo respiro y le explicó que la perfección es tan subjetiva como su verdad, no hay razón que opaque una idea, no hay vida que justifique una muerte, no existen los sueños eternos sin verdades breves, -la perfección que tu ves en mi no es más que tu propia proyección- pero no entiendo, reparaba el hombre- yo no soy tan grande como tú,  ni tan fuerte y robusto, no tengo tus ramas que imponen, ni tu presencia que asusta e  impone -claro que no lo tienes porque tu naturaleza es diferente, apuntó el árbol, nosotros fuimos creados de ideas diferentes, con finales diferentes y para fines diferentes, eso es nuestra naturaleza, no debes tratar de entender, debes ver las cosas como son no como las imaginas, tu eres un ser imperfecto por naturaleza, tienes razonamiento y eso difiere con tu existencia, el razonamiento te da dudas y las dudas quieren ser vencidas, todo esto condiciona hambre de saber, conocimientos que cuestan incluso el sacrificio de la misma finalidad, en cambio yo sin la tragedia de la inteligencia puedo existir sin dudas, ni intención de las mismas, sólo vivo y existo en este momento y no me interesa lo que sucederá.

     Una vez más el hombre salía derrotado de una contienda ontológica, y amaba más la profunda sabiduría y entendimiento que el árbol ostentaba sin esfuerzo alguno, el sueño le vencía muy a pesar de aferrarse a sus ideas y querer resolverlas con premura, como si en ello le fuera la vida, pero el cansancio del cuerpo es inevitable y se sumergía en un sin sentido anti natural, le pesaba la respiración y las extremidades temblaban con una brusca contracción involuntaria, el descanso se volvió tortura momentánea de la razón de aquel imperfecto ser.

     Interrumpidos los pensamientos del hombre, sólo para encontrarse con la verdad dolorosa de un presente que se percibe permanente, las ideas no le cuadraban, no debían ser así las cosas, algo evidentemente tenía que ser un error, el árbol no podía tener razón, ¿la inteligencia un error? eso se preguntaba aquel hombre SOLO, que presumía de harto inteligente, el razonamiento vivaz no le permitía dudar acerca de esa cuestión, necesitaba encontrar las pruebas de su afirmación, buscarlas en lo profundo de la existencia de árbol y mostrarlas, así ante tal circunstancia el árbol no tendría otra opción que aceptar su error y el hombre satisfecho demostraría su sabiduría, acordado entre sí y el mundo  de testigo, que el hombre se encargaría de demostrar que el árbol soberbio tenía sentimientos y emociones tan parecidas a las de los humanos y por ende sería imperfecto colocándole en un estado de comparación equitativa con el hombre SOLO.

     El ocaso se colocaba en la última nota del aire vespertino, la visión del árbol no podría ser la mejor, su copa se mecía y cantaba un murmullo que no escuchaban los humanos, la temperatura del ambiente llenaba las ramas envolviéndolas en giros descuidados, nada más bello que eso, el hombre al  pie mirando, anhelando, ansiando esas emociones evidentes, no retes a la madre que te ha dado de comer siempre, el hombre se aferró a sus humanas ideas y no tardó en mostrarse férreo en debates y opiniones llevando al árbol hasta el hartazgo pero siempre respondiendo aplicadamente y con una cordura de mil sabios, entre más agresivo se portaba el hombre tanto más el árbol remataba con una respuesta colocada en el lugar preciso que aquietaba cualquier ánimo sobrestimado,  el hombre se quedó sin excusas, se rindió después de intentos infructuosos, se supo derrotado y pisoteado con el orgullo al lastre, no pudiendo tener paz por no poco tiempo.

     La sangre hervía, el pecho le estallaba, el palpitar de un trote intenso, mil verdades explotando y golpeando el tórax, la crudeza del cerebro reclamando prudencia sin ser escuchado, todo su ser estaba convulso, drogado por la necesidad de sentirse superior a su eterno compañero de perfecciones, y una vez más, mas a fuerza que por gracia, lo invito a otro debate ideológico, el árbol un tanto cansado de lo mismo aceptó sin gusto y las cosas no pudieron ni debieron ser de otra manera pues de serlo así yo no le estaría contando esta historia, sucedió pues que las cosas sin planear resultan peor o mejor, según el punto desde el que se mire, no hubo peor enfrentamiento a muerte que aquel que el árbol acepto del hombre, una guerra de un vencedor y un vencido, la razón sobre la idea, las heridas no fueron menores ni por cuanto mucho menos dolorosas, árbol y hombre enredados en una batalla brutal, bestial, destructiva, aniquiladora, una guerra de la cual ninguno de los dos, como en todas las guerras, puede declararse entero ganador, el árbol con fiereza detuvo los embates enérgicos del hombre quién presa de su propia naturaleza en un arranque de locura y en consecuencia de una razón no aceptada por el árbol, decidió lastimarle en la forma, en la estructura, en lo físico, usando sus dientes, sus manos, los codos, las rodillas el hombre empezó a irrumpir en la corteza, cierto era bastante dura, y tuvieron que pasar cientos de golpes antes de que pudiera ceder, pero el hombre SOLO estaba iracundo, parecían no cansarle los más extenuantes esfuerzos, su objetivo era destruir al árbol, éste con la fuerza de toda su voluntad se defendía como podía, parecía no encontrar tregua jamás, las manos del hombre sangraron no en escasa cantidad, sus piernas desgastadas y heridas pero las fuerzas parecían multiplicarse, en un instante la savia del árbol comenzó a brotar incesantemente, de abrupta forma el árbol perecía en manos de su más cercano compañero de la vida, se podría decir que como un  hermano o incluso un padre, la savia bañaba a ambos cuerpos por los pies y entonces el hombre SOLO lloró ...



Tercera y última parte ... 

     

1 comentario:

  1. Que hermoso, has encontrado las palabras precisas para desde mi punto de vista de una manera muy sutil describir la actitud de los seres humanos, al menos eso es lo que logre percibir en esta ocasión espero no haber errado.
    Cada uno ha sido creado para desempeñar su papel en nuestra sociedad, algunos siendo árboles, algunos siendo hombres, todos desarrollándonos en la misma sociedad y cada uno con un rol en específico, somos insustituibles, sin embargo no siempre es posible reconocer la importancia de nuestro ser, porque la sociedad en la que nos desarrollamos nos bombardea de ideas absurdas mostrando escenarios de vana felicidad, comenzamos una lucha de competitividad, que si bien no es mala, en ocasiones no está bien encaminada y nos genera conflictos existenciales por querer ser superior a los demás, sin darnos cuenta que mientras nosotros deseamos estar en el lugar de otra persona, alguien más desearía estar en el nuestro, pocas veces nos encontramos en la vida “árboles” personas que han identificado su rol y se sienten satisfechos con ello, sin caer en el conformismo y la mediocridad, creo que hay muchos más “hombres solos” que aun y a pesar de tener lo necesario para ser feliz, no se sienten satisfechos, siempre están en busca de obtener o ser mas, convirtiendo su anhelo en una obsesión y sin importar a quien pueda dañar se vuelve egoísta e insensible ya que en medida de la obtención de su vana felicidad pues en ocasiones solo es parcial se daña a sí mismo y daña a los demás sin darse cuenta de ello, teniendo en mente como objetivo la superioridad…

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